Quizá te soprenda, como te contaba al final del artículo sobre Annie Wilkes, que Frankenstein esté dentro de este listado, porque a menudo nos quedamos en el monstruo, en la caricatura, pero como personaje literario, va mucho más allá.
Frankenstein: El monstruo que sólo quería ser humano
R: ¿No es así?
A: Completamente. De hecho, lo único que busca Frankenstein es que lo amen, ser una persona normal como los demás.
R: Sí es verdad, porque lo que le lleva a matar es querer salir de esa soledad a la que le ha condenado ser el único monstruo que existe, el único hombre hecho de piezas de otros, lo que le sentencia a estar solo; él, lo único que quiere es que le amen.
Resulta curioso porque, aunque es un ser absolutamente salvaje, lo único que busca es el amor, el cariño de los demás, que en el fondo es lo que busca todo ser humano, como ser social. Pero por sus circunstancias nunca podrá lograrlo.
A: Exacto, sí. De hecho lo que busca Frankenstein sobre todo es ser una persona normal. Su momento más feliz es cuando está en la cabaña del ciego, porque éste lo trata como a una persona normal: hacen amistad, charlan, pasan el rato, como cualquiera de nosotros. Lo que busca es que le traten como a un hombre, con respeto, con educación; él ni siquiera pide, luego ya entrará en ese tema del amor romántico, una compañera; pero en principio lo único que ser como los demás.
«Soy un ser humano»
Pero claro, con el aspecto físico que tiene es imposible. Desde que lo crean, lo tienen encerrado. Él piensa algo como «yo no te pedí que me crearas físicamente, pero, una vez que lo haces, me condenas a la soledad, me encierras, me tratas como a un monstruo; a ti mismo te aterra mi existencia», y sólo busca tener una vida normal, lo cual es imposible. Todo esto hace que sea un personaje tremendamente triste.
R: Sí, porque cuando tu lees el Frankenstein de Mary Shelley, más allá de la versión que ha dado el cine, sientes auténtica pena por él, empatizas con él. Empatizas con matices, no en lo de ser un asesino, pero sientes lástima por todo lo que tú dices, y porque él mismo, en la primera parte de la de la novela no deja de repetir «soy un ser humano, soy un ser humano».
Pero el libro también muestra bien la otra parte, los prejuicios de la sociedad hacia el que es diferente, el que es distinto, el acabar con él. Digamos que todo se une para «fabricar» un asesino.
Reflejo de la sociedad
A: Claro, es que Frankenstein, como novela, es también un reflejo de esa sociedad que rechaza de entrada todo lo que no entiende y todo lo que no entra de los parámetros establecidos. Como historia está denunciando eso, que la sociedad rehúye todo lo que no encaja con lo establecido. Y ese rechazo feroz, al final logra que un ser que en principio no quería hacer daño a nadie, acabe convirtiéndose en un monstruo aterrador, que es lo que tú, como sociedad, le dijiste al principio que era, cuando no lo era. La escritora está diciendo: ten mucho cuidado con tus prejuicios porque pueden acabar convirtiéndose en un arma en tu contra.
R: Sí, porque, como dices, Mary Shelley creó un relato muy psicológico de cómo se crea un asesino. El cine nos ha llevado a quedarnos en el monstruo, pero hay mucha psicología en refllejar como alguien, ya desesperado, rompe con todo, con cualquier barrera moral o ética, porque le han presionado de tal modo que acaba explotando.
Frankenstein en el cine
A: Es que si te fijas, el trato que ha hecho el cine de la figura de Frankenstein es una prueba de lo que estaba denunciando Mary Shelley. Hollywood cogió un personaje triste, acosado, desesperado por la soledad, por el rechazo, y en vez de comprenderlo y sentir lo que sentimos los que hemos leído la novela, la tristeza por la soledad ese hombre, la angustia de una persona condenada al rechazo del resto del mundo, lo han convertido en un monstruo. Han dicho: es feo, está hecho de cadáveres, ya está, un monstruo clásico.
Y ahí se demuestra la verdad de lo que decía la autora. Se quedaron en el exterior, lo convirtieron en el monstruo que los mismos personajes de la novela dicen que era, y se quedaron ahí. Cogieron a un personaje con una gran profundidad psicológica, que experimenta una enorme evolución a lo largo de toda la historia, que cuando lo vas leyendo vas entendiendo cada paso y vas sufriendo con él, no por él, sino con él y el cine hizo desaparecer todo eso; es un monstruo: no tiene sentimiento, no tiene profundidad. Sí, hacemos la escena de la niña, minuto y medio, y fuera, nos lavamos las manos y ala.
Esto demuestra qué razón tenía Mary Shelley en que la sociedad va a rechazar siempre al que es diferente, ya fuera en la época en que se escribió la novela o en la actualidad.
¿Quién es el monstruo?
R: Además, la autora hace un juego muy importante, porque Frankenstein no es el nombre del monstruo; todos lo hemos identificado con el del doctor que lo creó, pero el personaje no tiene nombre.
A: Empezando por ahí, otra muestra de su soledad. Frankenstein lo creó y no se molestó ni en darle un nombre.
R: Yo siempre he pensado que Mary Shelley lo hizo un poco como un juego, porque tú identificas al monstruo con Frankenstein, pero hay dos personajes, y piensas: ¿Quién es el auténtico monstruo? ¿El creado que mata por la circunstancias o el que lo crea sin luego preocuparse por él, como tú dices?
A: Claro, porque el doctor Frankenstein es tan egocéntrico, está tan obsesionado consigo mismo, tan preocupado por conseguir el éxito, que en ningún momento se para a pensar qué va a ocurrir después. Al principio de la novela lo vemos sufrir, pero por cosas que le afectan a él, a su carrera, sus estudios, su casa, su novia, pero en ningún momento se preocupa por qué va a pasar con la criatura. Y si lo consigo qué. Ahí se ve ese egocentrismo absoluto del personaje. Que en cierto modo también lo entiendes, porque tú imagínate que creas algo así, tú yo y cualquiera, nos morimos de miedo, pero surge la pregunta de cuál de los dos es más monstruo que el otro.
Buenos y malos
R: Sí, porque estamos acostumbrados a que siempre hay un bueno y un malo, y Mary Shelley jugó mucho con la idea de que todos podemos ser antagonistas y protagonistas según las circunstancias; seguramente nosotros no llegaríamos a matar. Pero sí es verdad en tu vida diaria tú das una cara más o menos amable según las circunstancias. La escritora lo que hizo fue extrapolar unos rasgos comunes que tenemos todos y llevarlos al extremo de crear un personaje que se salta todas las normas sociales.
A: Al que obligamos a saltarse todas las normas sociales. Lo vamos arrinconando como una bestia, hasta que finalmente se revuelve y decimos, ¡anda!, la bestia era salvaje, que violenta, se revolvió. No, es que no le dejaste otra alternativa. Hay un momento en que Frankenstein huye, que ya solo quieren perderse en el hielo y que lo dejen en paz, y siguen acosándolo, lo siguen juzgando. Y es que no le dejaste otra más que revolverse.
R: Sí, yo creo que es uno de los de los libros que más inciden, como hemos dicho, en la en la psicología de cómo se forma el asesino. Porque Moriarty, Lecter, los vemos, podríamos decir, ya formados. Pero Mary Shelley, siendo además de la época que es, estamos hablando de principios del siglo XIX, demuestra ya una gran capacidad de penetración psicológica; de hecho, sería una perfiladora psicológica estupenda nuestros días.
A: Sí, sí, totalmente. El modo en el que analizó las personalidades de ambos, incluso de alguno de los secundarios, pero sobre todo de ellos dos, la forma en que los retrata, psicológicamente hablando, es muy detallado cómo va siguiendo su evolución.
Hasta aquí nuestro repaso por los mejores villanos de la literatura negra. ¿Cuál añadirías tú a la lista?