¿Quieres convertir tu novela en un page-turner? ¿Que aunque sean las tres de la mañana y al día siguiente tengan que madrugar tus lectores sacrifiquen horas de sueño para saber cómo acaba tu historia? ¿Que busquen cada minuto libre para seguir leyendo?
Si tu respuesta es sí, debes saber que sólo hay un secreto para lograrlo: mantener la tensión narrativa a lo largo de toda la trama.
¿Y cómo lo consigo?, te preguntarás.
Saca la libreta, que te lo cuento:
Aprovecha la presentación de tus personajes
Piensa, por ejemplo en Diez negritos, de Agatha Christie. En el primer capítulo nos presenta a los protagonistas, nos dice que unos van en tren, otros en coche, otros en barco, pero todos han recibido una carta que los lleva al mismo lugar, la Isla del Negro (o del Indio, en la versión actual).
Pero no solo nos dice quiénes son y a qué se dedican. Aunque no se extiende mucho en cada uno, ya ha creado la intriga: todos tienen el mismo destino, aunque han sido invitados por distintas personas. Y con un par de referencias al pasado de cada uno, ya nos deja entrever que todos los invitados guardan un secreto. Ahí la autora ya nos ha atrapado con las ganas de saber cuál es y por qué van a la isla.
Dosifica la información
Nada peor que el lector intuya quién es el asesino en las primeras cincuentas páginas, a menos que sea lo que tú quieres, claro.
Si no es así, dosifica la información, de forma que tu detective protagonista y el lector o lectora lo descubran al mismo tiempo.
Fíjate que digo dosificar y no ocultar. Tampoco puedes dejarla toda para el final. Nada resulta más frustrante para un lector que un asesino salido de la nada en las últimas páginas para resolver todas las tramas y subtramas que has creado a lo largo de tu historia.
No todo es matar
Un buen modo de convertir tu novela en un page-turner es hacer que continuamente sucedan cosas. Con esto no me refiero a que haya un asesinato en cada página o a que tengas que crear cincuenta personajes, todos actuando al mismo tiempo y volviendo locos a tus lectores.
La trama central, por supuesto, será descubrir y capturar al asesino; pero tanto él como tu detective, como el resto de personajes tienen un presente y un pasado; quizá tengan familia, estén casados o vivan solos. Quizá han sufrido algún hecho traumático que los ha convertido en lo que son. A través de escenas que no son de investigación propiamente dicha, cuéntanos sobre ese pasado y ese presente de cada personaje, de sus miedos, de cómo son, de por qué hacen lo que hacen…
En un thriller, basta con unas cuantas pinceladas para recrearlos, porque lo que prima es la acción. Pero la novela negra es una novela de personajes. Necesitan ser reales para el lector, que empatice (o lo contrario) con ellos, que le resulten verosímiles. A través de diferentes situaciones, puedes ir contándoles su historia, que, bien manejada, aumentará la intriga del lector para saber qué ocurrió, por qué son así, etc.
Cuida de no perder la trama central al contar la vida de cada personaje. No hacen falta 50 páginas para cada uno. ¿Seguro? Ya lo creo. Te lo cuento en el punto siguiente.
No lo cuento, lo hago
Esta frase del genial Goyo Jiménez se puede aplicar a la escritura: No lo cuento, lo muestro. Esto también te ayudará a mantener la intriga.
Imagina que uno de tus personajes sufre claustrofobia. Si ya en el primer capítulo explicas que, cuando era pequeño, se quedó encerrado en un sitio estrecho, se acabó el misterio. Pero si al entrar en el ascensor tiene que hacer ejercicios de respiración para manejar la ansiedad o prefiere subir veinte pisos a pie en un rascacielos, en la mente del lector comienzan a surgir las preguntas: ¿Por qué lo hace? ¿Qué le ocurrió? Si tu protagonista, además, se niega a hablar de ello, tus lectores quedará aún más intrigado y con ganas de saber más.
Los imprevistos
En tu novela, como en la vida, tienen que surgir imprevistos. Y no me refiero sólo a que, como yo esta mañana, haya perdido el tren porque se me fue el santo al cielo escribiendo. Ten en cuenta que los lectores tratan, en todo momento, de deducir qué va a suceder en la página siguiente, quién es el asesino, quién va a morir después o no. Si tu argumento es predecible, se acabó el misterio. Por ello, es importante crear giros y situaciones que rompan esas deducciones lógicas, sorprenderle con un evento inesperado, una prueba nueva…
Pero no te lo saques de la manga. Todo debe tener un por qué. Aunque no lo expliques en el momento que ocurre giro imprevisto, sí debes hacerlo después; y, por supuesto, el imprevisto debe ser consecuente con tu historia y tus personajes.
Cliffhanger = Page-turner
Perdón por el galimatías lleno de anglicismos, pero esta es una regla a tener en cuenta.
Un cliffhanger es un recurso narrativo que consiste en interrumpir la acción en un momento de máxima tensión. Se suele utilizar al final de un capítulo, aunque también se puede usar al final de una parte, por ejemplo, en el primer volumen de una saga.
Si la usas al final de un capítulo, en el siguiente puedes resolver la situación o continuar la narración por otros derroteros, siempre que esto tenga sentido en tu historia.
Volvemos a nuestro detective protagonista, al que el asesino ha sorprendido en el sótano y, tras desarmarlo, lo ata a una columna y vierte gasolina a su alrededor. Enciende una cerilla y… ahí acaba el capítulo.
¿Te resistirías tú a seguir leyendo para saber qué ocurre en el siguiente? Tus lectores tampoco.
Nota: no te dejes ningún personaje colgando del acantilado :-), (que es lo que signifca, literalmente, cliff-hanger). No olvides cerrarlos todos.
Dale aire a tu lector
Cuando un lector comienza una novela negra o policíaca, cuenta con que no adivinará la identidad del asesino hasta el final o, en el caso de que decidas que la conozca desde el principio, no lo atraparán hasta el último capítulo. Esa es la columna vertebral de la historia sobre la que se entremezclan las demás.
Pero no cometas el error de hacer lo mismo con todos los interrogantes que vas planteando a lo largo de la historia. De hacerlo así, tu lector se ahogará en incertidumbre y se acabará cansando de tu novela. Tienes que ir respondiendo unos interrogantes y creando otros.
Volvamos a nuestro protagonista-detective claustrofóbico. Si en la página 200 tus lectores aún no sabe por qué lo es, pondrán los ojos en blanco cada vez que llame a un ascensor. A estas alturas ya debe saber, por ejemplo porque se lo cuenta a un compañero durante una vigilancia, que lo secuestraron durante un caso y lo encerraron en un malero durante horas. Con esto, como te decía antes, cierras un interrogante pero abres más: ¿A quién estaba investigando? ¿Cómo salió de aquel embrollo? ¿Tendrá alguna relación con el caso actual? …
Juega con el ritmo de la narración…
No escribes igual una descripción que una escena de acción. En la primera utilizas frases más largas y verbos descriptivos y ralentizas un poco la acción. Un recurso ideal para crear suspense, pero no te pases.
Por el contrario, si tu escena es de acción, utiliza verbos de acción y frases cortas. Quizá sea la víctima huyendo del asesino, quizá el o la detective persiguiendo a este. Da igual. Hazlos correr hasta que se les salgan los pulmones, saltar, apartar las ramas ante su paso, tropezar, caerse, rodar, levantarse, saltar obstáculos, correr sin casi mirar atrás, sintiendo a su perseguidor cada vez más cerca…; tienes que conseguir que tu lector huya con tu protagonista.
Aunque sea una acción, dale un contexto. Si estás en un bosque, las hojas secas crujen al pisar, la neblina hace que la temperatura sea más fría, puede que haya hielo…; Si está en un almacén, haz que tu protagonista escuche el eco de las pisadas, que intente adivinar por dónde va si está oscuro…; todo al ritmo de la acción. Pequeñas pinceladas que ayuden a la imaginación del lector.
… pero no lo ralentices demasiado
Jugar con el ritmo también implica dilatar alguna escena para aumentar el suspense, pero sin pasarte.
Imagina que nuestro detective llega al sótano donde el lector sabe que el asesino se ha escondido y, además, le está esperando. El corazón de tu lector se acelera. Pero si luego se encuentra con diez páginas describiendo hasta el mínimo detalle del sótano, te has cargado la tensión.
Prolongar una escena en el tiempo no significa que tus personajes estén quietos. Puedes hacer que el asesino siga al detective mientras este registra el sótano, o que lo espere detrás de una trampa que ha preparado para atraparlo…; juega con los puntos de vista, mueve a los personajes, acércalos al abismo…, y vuelve a acelerar el ritmo y el corazón del lector.
Evita el exceso de documentación
Documentarte bien es esencial para que tu novela y tus presonajes sean verosímiles. Por ello te has pasado semanas o meses recabando información para tu libro, y quieres que el lector sepa todo el esfuerzo que has dedicado a ello.
Hasta ahí estupendo. Pero no vomites todo lo que sabes en cada página. Hay una diferencia entre ambientar al lector y describir uno por uno cada minúsculo detalle de la sala de autopsias, tal como lo tienes anotado en tu cuaderno de documentación.
Da los detalles necesarios para una buena ambientación y los que sean relevantes para tu historia. De lo contrario, ralentizas el ritmo, matas la intriga y el interés de tu lector.
El lector necesita saber el resultado de la autopsia, no saber cada uno de los instrumentos que empleó el forense la realizarla, incluso si es tu protagonista. El lector sabrá que te has documentado bien sin necesidad de una explicación de diez páginas. Si quieres más consejos sobre documentación en novela negra, los tienes en mi libro Documentación para escritores de novela negra y criminal, publicado por Molpe Editorial.
¿Te parece exagerado? Es una queja que escucho últimamente a muchos lectores: Páginas y páginas de documentación que no aportan nada a la historia.
Con estos diez pasos, conseguirás que tus novelas sean auténticos page-turner y tus lectores digan eso de «sólo un capítulo más», para darse cuenta después de que llevan medio libro leído.