Si lees novela negra lo sabes bien: la ficción no es un lugar seguro. Calles oscuras, solitarias y húmedas, amigos, familia o vecinos con mucho que esconder, pistolas humeantes, casas en lugares idílicos y, por supuesto, detectives con un pasado más que cuestionable.
Por ello, después de años de empaparme de este género, hoy te propongo un divertimento: cuatro reglas para sobrevivir al primer capítulo en una novela criminal. Y no es fácil, sobre todo en algunas, donde hay mucho personaje de gatillo fácil que dispara primero y pregunta después.
De este modo evitarás ser la víctima, el sospechoso inocente al que apuntan todas las pruebas o el compañero del detective que, no se sabe por qué, siempre acaba muerto.
Regla 1: Nunca te mudes a un pueblo pintoresco
¿Quién no ha soñado con ello? Irse a vivir a una casa unifamiliar con jardín en un pueblo pequeño, acogedor y pintoresco, lo suficientemente apartada para no escuchar el bullicio pero no aislada: tu pequeño huerto, pan recién horneado, vecinos amables siempre deseosos de ayudar…
Error.
Un pueblo pintoresco en la novela negra es una trampa mortal. Detrás de esa fachada idílica se esconden secretos familiares, venganzas y crímenes antiguos. Y si no, tu casa será el objetivo perfecto de ese asesino en serie que acaba de escapar de la cárcel.
Como ejemplo tenemos la Trilogía del Baztán, de Dolores Redondo, donde el valle entero guarda todo tipo de secretos que nadie quiere contar. Y en Años de sequía (The Dry), de Jane Harper, la vida cotidiana de un pueblo seco y aislado al sureste de Australia se convierte en el caldo de cultivo perfecto para el crimen.
En resumen
- No compres esa casa antigua a precio de ganga. Si el vendedor dice que el dueño «se fue»… ya sabes, hay gato encerrado.
- Cuídate de algunos lugareños. Tu aliado será el que más te odie al principio. Cuidado con los simpáticos.
- Acepta la soledad. Mejor aislada que en medio del pueblo, donde todo apunta a ti.
- Aprende a defenderte: Boxeo, defensa personal… todo vale cuando estás en una novela negra. ¿Mi consejo? No te compres una pistola. El malo la encontrará y la usará contra ti. Sé más list@ que él y píllalo desprevenido con un buen gancho de derecha.
Regla 2: Si conoces al detective, mantén las distancias
En la ficción criminal, el o la detective es un imán de problemas. Si quieres sobrevivir, no te acerques mucho a él o ella, y menos siendo lo que podríamos denominar como el «secundario cómico» (el compi que siempre está de broma) porque estás sentenciad@.
Si te cruzas con el detective o el inspector, no le invites a café, no intentes ayudarle y, sobre todo, nunca le cuentes tus secretos. A menos que sea Sherlock Holmes, que con solo un vistazo los sabrá todos 🙂.
¿Ejemplos? Hay miles, pero en este caso destacaría a Jack Reacher, al que, según sus palabras «los problemas le persiguen», Harry Bosch, que quien se cruza con él durante un caso nunca sale indemne o Amaia Salazar, que arrastra a todos a un torbellino de crímenes familiares.
Ya sabes
- Evita a los detectives con problemas. Si bebe demasiado, vive en un barco o está a punto de jubilarse… mala señal.
- Sé aburrid@. En la novela negra, los personajes interesantes mueren primero, al igual que los graciosos. Los sosos sobreviven.
Regla 3: La tecnología no te salvará
¿Crees que tu móvil o tu alarma inteligente te protegerán? Ingenu@. En toda novela negra, la tecnología está para fallar en el peor momento. Justo cuando tengas que usar el móvil para pedir ayuda, no habrá cobertura. Tu ordenador habrá sido hackeado por un compinche del villano, sabrán desconectar la alarma con la facilidad con la que desenvuelven un caramelo…
Es más, en muchos casos, la tecnología puede convertirse en el arma del crimen: En Millennium, de Stieg Larsson vemos cómo los hackers tienen la capacidad de acceder a cualquier rincón de tu vida. Y en thrillers como Desconexión de K. A. Tucker, el acoso digital se convierte en un arma letal.
Por ello
- No confíes en el GPS. Siempre te llevará a un camino sin salida o un lugar sin cobertura.
- No te fíes de las redes sociales. Si alguien envía un mensaje raro, cuidado. Y más si es alguien que conociste en el colegio y con quien hace más de 30 años que no hablas…
- El móvil solo sirve para recibir llamadas amenazantes. Y para quedarse sin batería cuando más lo necesitas.
Regla 4: Evita los secretos y los lazos emocionales
En la novela criminal, los secretos son veneno y los afectos son armas contra ti. Tener un secreto o enamorarse del detective es cavar tu propia tumba. Y nunca, nunca se conoce de verdad a las personas con las que convives, incluso aunque seais amigos desde niños o hayáis celebrado las bodas de oro como casados. Y si hace poco que conoces a esa persona, más precaución aún.
Si no, solo tienes que leer Perdida, de Gillian Flynn que nos muestra cómo un matrimonio puede convertirse en una trampa psicológica o Extraños en un tren, de Patricia Highsmith en el que un encuentro casual se convierte en tu peor pesadilla.
Consejos
- No busques venganza. El karma en la ficción criminal es rápido y sangriento.
- Nunca te enamores del detective. Mala idea. Solo trae peligro y un desastre emocional.
- No ocultes nada. Guardar secretos suele terminar mal y siempre, siempre, salen a la luz, a menudo contra ti.
Como ves, sobrevivir en una novela negra no es fácil. Hace falta cinismo, prudencia y una absoluta falta de curiosidad (a menos que seas el o la detective, claro). Pero si sigues estas cuatro reglas, puede que llegues al final de la novela sin ser una nota más en el expediente policial.
Sabiendo que las reglas están para romperlas… ¿Cuál romperías seguro? ¿Mudarte al pueblo pintoresco, enamorarte de el o la detective o asomarte cuando ves a tu vecino cavando un hoyo en el jardín en plena noche?